Estos eximidos del lenguaje
Es casi imposible no toparse con uno. Donde sea, va a estar el clásico habla inculta-informal (ignorante-ordinario) con esa parada de ‘aquí vengo yo’ y el imparable chicle en el hocico –porque eso tienen estas bestias- sonando con esa mezcla de saliva y plástico en desuso.
Esto va más allá de las clases sociales y los “cuicos y pobres”. Traspasa el confín de los padres esforzados y arribistas, algunos, en insertar a sus hijos en el modelo educacional particular-pagado. El mismo donde suponen que deberían hablar correcto y con
Para las mujeres es más complicado, porque a veces hay una mezcla imperfecta entre el nivel de habla con el acto físico: no falta el patudo que agarra a la tímida fémina –digámoslo así para que se lea exagerado- por la cintura y le dice: “Hola mamita. Me gustaría ser perro para...”. No terminare la frase con la ordinariez, mas no es necesario poner las últimas palabras para darse cuenta que estos compadres creen que las mujeres andan por la calle esperando que algún desubicado vaya a ofrecer y regalar pasiones en la calle. Por último que hable bonito, como yo.
Ahora les dio por decir: “Arremángame la gallina”, “Azótame la poronga”. ¿Leyeron bien? “¡AZOTAME
O peor aún, caballeros, amigos míos, imagínense eso en una mujer, ¡sería abominable! Es plaga, y no convengamos a favor de la falta de recursos en este caso. Una persona puede ser pobre, pero digna y educada.
En estos programas de moda, donde los presos hacen de las suyas, apareció un delincuente inmoral gritando: “¡Si me llean preso, me voy a matarme!”¿Creerá, realmente, que sensibilizó a alguien con ese comentario? Yo pensé que era el humor que se manejaba en la cárcel. Lo más triste, es que son descarados. El hecho de no decir “Me voy a echarme una enjuagá” por “Iré a bañarme” los trastorna, al punto de decir que el parámetro de lo normal y bien es el equivocado y ridículo.
El tema es mas simple de lo que se cree: “El que quiere, puede”. Dicho popular. Hay variedad de gente y por lo mismo gustos. Opción de elegir y dejar lo que se sabe no va en orden. En colegios privados existen los denominados “flaites”, en colegios municipales también se hacen presentes.
¿Es culpa de la educación o de cada uno preocuparse de conjugar y proponer palabras con sentido y orden correcto? Piénsenlo mis incultos lectores.
Los saluda Leonardo Valenzuela.